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jueves, 22 de marzo de 2018

Desde Macondo. YA ES PRIMAVERA


"Con la primavera/viene una ansiedad/de pájaro herido/que quiere volar" (José Martí). 

Igual se piensan los del anuncio de los grandes almacenes que han inventado algo. Ya es primavera. Y desde siempre, esto es algo más que un tránsito de una estación a otra. Será porque el invierno se asocia a la oscuridad, porque la tierra despierta y se empiezan a hacer realidad las promesas de las cosechas, porque se guardan mantas, se airean las casas y se abren puertas y ventanas.
          La primavera, desde que se tiene noticia, y aún antes, ha inspirado las fiestas más tradicionales, las dedicadas a la diosa Ceres, a la pachamama, la madre tierra, a las flores, a la vida…
          Y como los tiempos cambian, primavera es hoy todo eso y más. Hubo una primavera en Praga, y una Revolución de Claveles en Portugal. Y muchas malogradas primaveras árabes, que, a pesar de todo, algo han conseguido, han puesto en el mapa muchos países y demasiados problemas.
          Aquí también ha llegado la primavera. Vino, un tanto retrasada, en mayo de 2011, y ahora se ha adelantado, tal vez por aquello de que rectificar es de sabios. Estamos viviendo nuestro particular cambio de estación con la esperanza de que sea eso, cambio.
          El 8 de marzo marcó un antes y un después; el 17, sólo tres días antes de la entrada oficial de la primavera, también. Y me aventuro a decir que habrá más, porque, como dice Martí, con la primavera viene una ansiedad de pájaro preso que quiere volar.
          Los pensionistas nos están dando una lección. Pero detrás de sus enseñanzas, sabias como casi todo lo que proviene de la experiencia, hay muchas más cosas. Hay un sistema que no vale ni a las mujeres, ni a los jubilados ni a los jóvenes, condenados al desempleo o a los trabajos más precarios, que para nada les asegurarán una vejez decente.
          Y también para ellos es primavera. Ha llegado. Los hemos visto, no tanto como nos gustaría, apoyando las propuestas de los mayores, con sus padres y con sus abuelos, defendiendo lo de ellos y lo suyo propio. Y todos nos hemos preguntado lo mismo, qué le pasa a esta juventud, divino tesoro, que diría otro poeta, que necesita que sus madres, sus abuelas, sus abuelos, tengan que empujarlos a buscar su propia primavera.
          Porque ya han perdido muchas estaciones, y se han quedado varados en un otoño incierto, en un invierno gris, en un verano de sopor y parálisis. Es primavera para todos, que cada cual tenemos nuestra propia ansiedad. Que todos queremos volar y hemos pasado demasiado tiempo con las alas cortadas.
           Todo pasa en primavera. Llega la vida y hay que cogerla por los pelos para que no se nos vuelva a escapar. Que hemos pasado un larguísimo invierno.

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