Desde que comenzara la maldita crisis
que ha puesto el mundo al revés, no hay día que no tengamos que añadir un
"palabro" nuevo a nuestro diccionario cotidiano. A falta de que la
Real Academia acuerde introducirlos oficialmente en la próxima revisión, es
indudable que términos que ni sonaban hace unos años, no se nos caen ahora de
la boca.
Cuando
ya son de uso común (a la fuerza ahorcan), términos como crecimiento negativo
para decir que vamos p’atrás, o reformas por recorte, o aumento del empleo en
lugar de trabajos troceados, o sostenimiento del estado de bienestar para
hablar de menos médicos y hachazos a los dependientes, o “no rescate” , tras
haber entregado miles de millones a los
bancos, o “gravamen
complementario” para hablar de subida de impuestos, o que la bajada de sueldos sea una devaluación
competitiva de los salarios, hay que seguir añadiendo entradas al diccionario.
Nimileuristas. Por no decir
ni-la-mitad-de-mileuristas, que sería casi el término más exacto para definir a
los sufridos trabajadores que más abundan en el país e la recuperación y las
maravillas que nos venden los gobernantes. Aunque la ministra Báñez no se haya
enterado, hay millones de nimileuristas, con toda la amplitud del concepto, que
aquí caben desde los que cobran trescientos euros a los
"privilegiados" que llegan al salario
mínimo. España tiene más de tres millones de trabajadores pobres.
Cobran menos de 9.615 euros anuales, según las estadísticas de la OCDE. Seis
millones de personas viven en España en hogares donde no se trabaja los meses
suficientes al año. El último informe sobre desigualdad cifra en un 20,1% la
tasa de pobreza en España para los trabajadores jóvenes de 18 a 25 años. Y en
un 16% la de los trabajadores adultos. En números absolutos, ya hay 3,12
millones de trabajadores pobres.
Son el
precariado, otra palabreja que se ha colado en nuestras vidas, y para
quedarse, visto lo visto. Son los
términos de moda, trístemente actuales, junto con pobreza energética,
trabajo por horas o Banco de alimentos. Son los
términos que los gobernantes deberían tener presentes, en lugar de pintarlos de
verde y presentarlos como brotes
tiernos.
Pero
claro, decir las cosas en román paladino, como son, como vienen en el
diccionario de toda la vida, podría tener consecuencias fatales. Podríamos
darnos cuenta de lo mal que estamos porque, somos tan tontos, que no lo
advertimos en nuestros bolsillos, en nuestra vida diaria. Todo va bien. Lo
importante es tener un trabajo. Nos quedamos con la primera acepción, con la
más simple. Trabajo, según el diccionario, es una ocupación
retribuida; es también esfuerzo humano aplicado a la creación de riqueza (en
contraposición a capital). Puesto, es el lugar o sitio señalado para la
ejecución de algo. Y nada se dice de tiempo, ni de salario, ni de condiciones.
Puesto
de trabajo puede referirse a seis horas semanales, a doscientos euros,
a fines de semana interminables a dos euros la horas, a minijobs, a ser becario
hasta los cuarenta , y puede ser también la retribución que te permite comer,
pagar el alquiler o la hipoteca,
independizarte y emprender un proyecto de vida. Vivir con dignidad.
Nimileurista no viene en el diccionario. Pero sí están otros términos como justicia o
dignidad, que no pueden ni deben ser sustituidos por resignación y supervivencia.