Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

jueves, 31 de julio de 2014

Desde Macondo. UNO DE LOS NUESTROS


Suena a Mafia. A padrinos y a capos, a pactos de sangre y lealtad hasta la muerte. Si me apuran, hasta suena a casta, aunque el uso y abuso del término en los últimos tiempos ya sea un tanto crispante. Pero es así. Cuando unas cuantas noticias empezaban a reconciliarnos con el mundo, llega de nuevo el jarro de agua fría. Y el todos son iguales. Esto no tiene remedio.
          Con Jaume Matas en prisión, Fabra casi en la puerta, medio centenar de implicados en la Gurtel casi calentando el banquillo de los juzgados y la honorabilidad del muy despreciable expresidente Pujol por los suelos, empezábamos a ver la luz, a creer que esto podía cambiar, que las manzanas podridas iban a salir del cesto, por fin.
          Y hete ahí que me encuentro a un compungido Artur Mas disculpando a su antecesor; a unos cuantos cargos del PP lamentándose de que su compañero de partido esté entre rejas por “un asunto liviano” (le quedan 20 causas más, algunas muy “pesadas”) y a otro grupo de estacados militantes recogiendo firmas para el indulto de Fabra. Todos a una, como Fuenteovejuna, que si atacan a uno de los nuestros nos atacan a todos.
          Los mismos que se quedan de idéntico color, que ni se inmutan ante las cifras de pobreza infantil, ante cada suicidio por desahucio, a los que no les tiembla la mano al ordenar nuevos recortes en las prestaciones por desempleo, los que consideran que 600 euros es demasiado para un salario, se muestran apesadumbrados y conmovidos porque reciban justo castigo (corto siempre) los que se han dedicado a robar, mentir, defraudar, extorsionar, los que han contribuido decisivamente a hacer este mundo peor, los que han matado la esperanza, la confianza y han herido de muerte a la democracia.
          La poca o mucha compasión que les cabe, la guardan sólo para los suyos. Y nos dejan con el amargo regusto de la desilusión y el fatalismo. Esto no cambia. No puede cambiar porque los que supuestamente no están infectados, en lugar de apartarse del foco de infección buscan desesperadamente el antibiótico que traiga de vuelta al colega. Porque es uno de los nuestros.
          Si cada corrupto se sintiera repudiado por los suyos, cuánto mejor nos iría. No les importa nuestra opinión, porque están en otra escala, en otra galaxia, y sólo notarían la soledad si viene de dentro de sus filas.
          Cuando Arcadio Buendía se disponía a fusilar a Apolinar Moscote, Úrsula, la matriarca de Cien años de Soledad, se enfrentó a él gritando “ mátame también a mí, hijo de mala madre. Así no tendré ojos para llorar la vergüenza de haber criado un fenómeno."  Pues eso, han criado fenómenos y ni siquiera se avergüenzan. Porque son de los suyos.

 

miércoles, 23 de julio de 2014

Desde Macondo. Las 255


No es que sea un número muy redondo. Se podían haber esforzado más y darnos un titular más impactante, no sé, las quinientas, o 300, y así nos podíamos confundir con la película que narra la batalla entre Leónidas y Jerjes. Pues no, son 255 las propuestas de nuevos recortes para conseguir el objetivo de déficit que Dios confunda.

Tranquilos, que por ahí están escritas y grabadas las declaraciones de Montoro hace un par de semanas diciendo que no iba a haber “ni un solo recorte más”. Y no miente, a pesar de su conocida afición a no decir la verdad. No será uno. Hay 255 para elegir. Y vienen plasmados en el documento que Hacienda ha enviado a las comunidades autónomas para debatir en el consejo de la próxima semana.  Algunos nos suenan, otros, los veíamos venir, los de más allá, son novedosos, que la imaginación de esta gente no tiene límites a la hora de “trabajar” por el ciudadano de a pie.

Así por encima vemos bajada de sueldo de funcionarios, eliminación (otra vez) de una paga extra, aumento de jornada laboral, despido de interinos, aumentar la ratio de alumnos por aula (tipo sardinas en lata), reducir becas de comedor y de libros (prácticamente inexistentes ya), implantar tasas hosteleras en los Hospitales, que encima que nos curan nos tienen que dar de comer, y eso ya pasa de castaño oscuro, más recortes en dependencia, más copagos (repagos es el término exacto) en medicamentos, pago por consulta de urgencias, y por consulta a secas, bonificación por acudir a la asistencia privada…

Y lo dejo, que me pongo mala y me veo en el Hospital con la fiambrera en una mano y la tarjeta de crédito en los dientes.

Eso sí, dicen que todas todas las propuestas, no se van a aplicar. Algunas se caerán de la lista, por dificultades burocráticas, no vayáis a creer que por un ataque de humanidad, pero seguro que serán sustituidas por otras no menos lucrativas. Ni humanas.

Según Hacienda, todas las medidas han sido propuestas por las comunidades autónomas. Me encantaría saber qué gobiernos han ideado cada una de estas maldades. Aunque sospechas tengo, para qué nos vamos a engañar.

Cierto es que alguna medida pudiera ser hasta racional, como centralizar compras, racionalizar gastos en vehículos, en materiales. Pero esto no hace falta que venga en ningún papel, que se supone que pagamos a los políticos para que se ocupen de estas cosas.

En fin, que en plenos calores, en lugar de la canción del verano vamos a tener el “numerito” y no precisamente musical. Lo dicho, que la lectura de vacaciones va a tener que ser el BOE para no engrosar a la vuelta las listas de espera de la Sanidad.

Mi duda es si en esas compras centralizadas han previsto una partida para adquirir ataúdes y cadenas y  para otra ampliar cementerios. Serían la 256 y la 257,

 

miércoles, 16 de julio de 2014

Desde Macondo. EL SMI


No es el salario mínimo que tanto molesta a los sufridos empresarios de este santo país; y tampoco es una letra bailada de ese Fondo Monetario al que le estorbamos los pobres, los parados y, en general, quienes comemos, enfermamos, llevamos a los niños al cole y esas cosas que hacemos los simples mortales con el único afán de molestar a los poderosos. Y que acaba de pedir, por enésima vez, que se recorten los sueldos.

Ya sé que los empresarios son de otro planeta, y que la señora Lagarde nunca leerá estas líneas. Y en ambos casos, cuentan con prestigiosos economistas que les presentan sesudos estudios.

Dios me libre a mí, que soy de letras y de pueblo, de contradecir a tan doctos eruditos. No llego a entender un cuadro macroeconómico, ni a interpretar un gráfico. Si acaso, a “echar las cuentas” que es lo que hacemos la gente de a pie. Y se las voy a echar.

Tras congelaciones varias, el salario mínimo es en España de 645,30€. Y son cientos de miles de trabajadores los que lo cobran. No voy a hablar del caso extremo de una familia con dos o tres churumbeles que tengan que vivir treinta días cada mes, algunos treinta y uno, con tan enorme cantidad. Voy a lo facilito. Pongamos el caso de una persona soltera, sin nadie a su cargo, sin vicios conocidos, alcohol, tabaco, unos días de vacaciones y una caña los domingos incluidos. Pongamos que vive bajo techo, más que nada por soportar los rigores del clima y poder rendir en el trabajo. Y que ese techo, en forma de alquiler o de hipoteca, le cuesta como muy poco 300€ (me estoy pasando de prudente). Que aunque no tiene aire acondicionado o calefacción, enciende de cuando en cuando el ventilador o un radiador. Y se calienta el café y la comida. Hasta ve la tele, que salir a la calle cuesta dinero. Ya tiene un mínimo de 100€ de luz. Digo mínimo, porque sé que me quedo corta.

Con los doscientos euros que le restan de ese exagerado salario que debe ser recortado sí o sí, tiene que pagar el agua, la basura y demás impuestos, tiene que comer, pagar el transporte, sustituir los zapatos que se han roto o la lavadora que ha dicho hasta aquí llegamos. Y comprar las aspirinas, el almax y el jarabe de la tos, que ya no entran en la Seguridad Social. Y hacer en Navidad un regalo a los suyos.

Todo eso, sin coche, seguro de la casa, sin arreglarse la boca, que ya va siendo urgente e inevitable, y sin que surja un imprevisto en forma de avería eléctrica, baño atascado o cristal roto.

Estas son las cuentas que hay que echarles a unos y otros. Quizá es que nadie se lo ha explicado así. Quiero creerlo, porque de otra forma, sólo queda una alternativa: pensar que, directamente, no tienen alma. O que se creen señores feudales con derecho sobre la vida y la muerte de sus súbditos y que han instalado el Salario Medieval Interprofesional. Como cuando en Macondo se instaló la compañía bananera.

 

miércoles, 9 de julio de 2014

Desde Macondo. SPRINT


En pleno Tour de Francia, y sabiendo como sé que el presidente que padecemos es forofo del ciclismo, me ha venido a la mente, sin proponérmelo, lo juro, la imagen de un equipo, maillot azul y gaviota en el logo, saliendo a esprintar en bloque después de una etapa de esas que los entendidos llaman de paseo.
Y que dura ya casi tres años. En román paladino, se diría “el arreón del vago”, pero no es tan simple. También se puede decir “dejarlo todo atado y bien atado”, que de ambas cosas va este sprint final. Todo aderezado con alguna escapadita para despistar, pero con la vista puesta en la meta.
Porque la carrera estaba perfectamente planificada. Desde la recta de salida. Primero la reforma electoral, cientos de miles de personas a la calle, todo ventajas para las empresas. Después, los recortes varios, educación, sanidad, dependencia, prestaciones al desempleo, pensiones… En medio, privatizaciones a mansalva y ventas a precio de saldo de lo poco que tenemos, destrucción sistemática de lo público, funcionarios denigrados… Esto marcha. Vía libre al miedo, que el camino se ha allanado para que “seamos competitivos”, que traducido es trabajar por salarios basura porque menos es nada.
Y a echarse a dormir, que es etapa de paseo. Los puertos, que los suban otros. Si encontramos alguna pequeña loma que nos dificulta el ascenso, léase varapalo en las elecciones europeas, bajamos de las bicicletas y montamos en los coches de asistencia, que nos llevan más deprisa y sin sudar la camiseta.
Hablo del “Decreto-Ley”, ese que según las normas de la carrera, la Constitución, se reserva para medidas de urgencia y en situaciones excepcionales. Pero ser el equipo del líder es lo que tiene. La mayoría absoluta permite pasar de largo haciendo una pedorreta a los leones del Congreso, y aprobar, en un solo viernes y sin contar con el resto del pelotón, un montón de medidas urgentíiiiiiisimas, como privatizar el Registro Civil y AENA, el uso de los drones, las comisiones de las tarjetas de crédito, el mercado del gas, las tasas de los puertos y hasta un Plan de Garantía Juvenil, que va a garantizar que las empresas, sin dar ninguna garantía de mantenimiento de empleo, se garanticen unos magros ingresos mensuales.
Pasando por encima de la democracia, que para eso son el equipo más numeroso y pueden arrollar al resto sin problemas. La carrera no está siendo limpia. Se están saltando todo lo habido y por haber para llegar los primeros. Cogiendo atajos, dejando en la cuneta a quienes no siguen su ritmo o, simplemente, no les sirven para llegar a la meta.
Y sólo nos queda la esperanza de que cuando termine la prueba, los “vampiros” demuestren que ha habido doping, que no han ganado en buena lid, que han hecho trampa, que su sangre no está limpia y que no todo vale para llegar el primero

miércoles, 2 de julio de 2014

Desde Macondo. MARUJAS ASESINAS


Bueno, y marujos. Que hay que hacer alguna concesión a los tiempos para disimular un tanto la caspa y para suavizar con barniz el tinte retrógrado, medieval y fascista. Aunque ni con mil capas de la pintura más espesa se puede tapar la barbaridad vertida por el señor feudal, léase presidente de los empresarios, en el castillo amurallado de la FAES, la Fundación de la que salen todas las brillantes ideas que rigen nuestros destinos.
        Ahora resulta que son las amas de casa (y algún amo), las que desestabilizan el sistema, acudiendo en masa a las oficinas de empleo para apuntarse al paro y descuadrar las cifras de los sufridos empresarios de este país. Y para comerse los brotes verdes que tanto alegran al Gobierno. Porque se apuntan para cobrar, claro está.
        Y así no vamos a ninguna parte. Dónde se ha visto que las señoras, en lugar de quedarse zurciendo calcetines o limpiando los mocos a los niños, queden alegremente con sus colegas de bloque (mientras tienen la ropa en la ventana), para programar una acción que, si bien no merece la calificación de terrorista, está muy fea. Feísima. Ahora que casi las habíamos convencido de que primero Dios creó el cielo y la tierra, y luego el hombre, y los animales, y ya, si eso, hizo a la mujer. Ahora, que con la excusa de la crisis estábamos consiguiendo volver a encerrarlas en casa, porque el escaso trabajo es para los hombres. Y cuando los recortes y la muerte de la Ley de Dependencia, las ha enviado de vuelta a cuidar a los abuelos o a los hijos con problemas, van y se apuntan al paro.
        Qué poca consideración. Y seguro que quieren el dinero para comprar trapos, o tacones, o barras de labios y sombras de ojos. Porque no quiero ni pensar que sea para  lencería "íntima", o para cremas, que son carísimas. Y a todo esto, la casa sin barrer, la ropa sin planchar y los niños, como vaca sin cencerro.
        Ay, qué tiempos, en los que con la pata quebrada y en casa no tenían oportunidades de ir de excursión al INEM. Claro, que antes ya habían tenido la osadía de ir a la Universidad. Y hasta de trabajar fuera. Porque al insigne presidente de la CEOE, que debiera saber estas cosas, se le olvida que para cobrar un subsidio, es preciso haber trabajado. No ha caído en rompernos la pierna previamente. Igual ha confundido la cola del INEM con la de Cáritas o la de cualquier comedor social en la que las mujeres en paro intentan llevar el pan a sus casas.
        Como añoro el Macondo de mujeres rotundas y con espacio propio. El de Úrsula, al que no le hubieran durado ni cinco minutos tipos como éste, el de Petra Cotes, dando lecciones de productividad; el de Remedios la Bella, ascendiendo a los cielos tras haber llevado a la muerte a todo varón que la pretendiera. El Macondo primero, con sus las casas iguales situadas a la misma distancia del agua y con las mismas horas de sol. Con idénticas oportunidades para todos. Sin distinción de hombres y mujeres. En nuestro tiempo. No en la Edad Media